EUROPA
PRESS
26 abril
2017
La hiporexia se define como 'la
disminución parcial del apetito', en contraposición a la anorexia que sería 'la
ausencia total de apetito'. "En la práctica clínica habitual es difícil
distinguir entre ambos términos dado que el apetito es difícilmente medible y,
muy a menudo, se utilizan como sinónimos", explica en una entrevista a Infosalus el especialista del área de Nutrición de la
Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), Juan José López Gómez.
Así,
señala que la pérdida del apetito puede responder a circunstancias
psicológicas, como nerviosismo o tristeza, por ejemplo, o a circunstancias
fisiológicas, como el envejecimiento. Además, pueden estar implicadas en esa
pérdida de apetito diversas enfermedades orgánicas o psiquiátricas agudas o
crónicas, según precisa.
"Las
principales causas de pérdida de apetito son: la enfermedad aguda, ya que
debido a la situación de estrés metabólico existe una disminución de las ganas
de comer. Entre las enfermedades crónicas orgánicas puede destacar la patología
oncológica y la patología digestiva, mientras que entre las enfermedades
psiquiátricas relacionadas con el estado anímico o las relacionadas con el
propio apetito puede hablarse de la anorexia nerviosa", describe.
Según
incide el experto, los principales síntomas de la hiporexia
serían la reducción de consumo de alimentos, la presencia de actitudes
negativas hacia la ingesta, que normalmente se suelen asociar a la pérdida de
peso y de cansancio. "Si se mantiene en el tiempo puede ocasionar déficit
nutricionales en micronutrientes (anemia, déficit vitamínicos, por ejemplo) y
desnutrición", alerta el especialista.
Además,
destaca que esta enfermedad suele ser más frecuente en el anciano, a la vez que
subraya que el envejecimiento puede relacionarse con una disminución de la
sensación de apetito que, entre otros condicionantes, puede ser un factor de
riesgo de desnutrición. "La prevalencia de este síntoma es muy difícil de
estimar debido a la inespecificidad y la dificultad
de medición del mismo. Por tanto es complicado conocer con exactitud el número
de personas que lo padecen", apostilla.
El peligro de la desnutrición
Con
ello, sostiene que las situaciones de desnutrición son "peligrosas"
independientemente de las causas que las produzcan. "La desnutrición
produce un descenso de la masa muscular y de las estructuras de almacenamiento
de energía. Esta patología condiciona un deterioro de todos los procesos vitales
y se asocia con un aumento de las complicaciones en caso de enfermedad aguda o
crónica, la tasa de ingresos hospitalarios, la estancia hospitalaria durante el
ingreso y la mortalidad", añade.
En el
caso de la hiporexia, sobre todo en el anciano, López
Gómez indica que esta desnutrición suele ser "muy insidiosa" con lo
que, a veces, no se detecta tan pronto como sería preciso. "La detección
temprana de la desnutrición puede ayudar en su tratamiento y en la prevención
de complicaciones", apostilla.
López Gómez detalla que el tratamiento de la
hiporexia se realiza mediante:
·
Modificaciones
higiénicas de la alimentación: Evitar las distracciones durante las comidas,
tomarse el tiempo adecuado para comer. Intentar no estar en el lugar donde se
cocina mientras se realiza la comida, aprovechar el momento de mayor apetito
para comer.
·
Modificaciones del
contenido de la alimentación: realizar múltiples ingestas a lo largo de día de
poca cantidad, incrementar la densidad calórica de las comidas, consumir los alimentos
que apetezcan más, intentar consumir los alimentos a temperatura ambiente (que
no mantengan temperaturas muy extremas), usar los condimentos en la
alimentación, pero sin abusar para evitar sabores extremos.
·
Fármacos estimulantes
del apetito ('orexígenos'): En el caso de que las
medidas previas no funcionen se pueden utilizar algunos fármacos para intentar
aumentar el apetito, pero su eficacia es limitada.
Sobre
cuándo acudir al especialista, el miembro de la Sociedad Española de
Endocrinología ve preciso ir al médico siempre que se observe una disminución
de apetito con una ingesta disminuida mantenida en el tiempo, sobre todo si se
asocia a una pérdida de peso importante sin una causa justificada.
"Es
necesario detectar de manera precoz las situaciones de disminución de apetito,
sobre todo, en aquellos grupos de riesgo como el anciano y en aquellas
patologías que pueden condicionar una mayor desnutrición como el paciente
oncológico. Esta detección precoz y las medidas orientadas a tratarla puede prevenir
la desnutrición en estas personas", sentencia.